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Senderos y montaña

Larrosa

Larrosa

"Cuando desaparece un pueblo se pierde con él una parte de nuestra memoria histórica. Por insignificante que haya sido su papel en el devenir de una comunidad, el hecho de que el grupo humano que lo habitó un día se separe y abandone sus raíces produce en sus miembros una herida profunda. Porque esa desaparición supone el fracaso de un sistema de vida, de una sociedad a la que no se pudo o no se supo socorrer a tiempo"

"La Garcipollera, memoria de un valle" de Pascual Calvo Ramón

Hacía casi cuatro años que no volvíamos por allí.

Conocimos Larrosa, como digo, en septiembre de  2010. Tras descubrir Cenarbe  y la historia de los pueblos “expropiados” del  Valle de la Garcipollera, hemos tenido un interés especial por visitar esos lugares empujados al olvido durante la construcción del embalse de Yesa. Acín de la Garcipollera, Bescós, Bergosa (este es también especialmente hermoso. Para él guardo otro post) tienen esa magia que guardan los lugares que un día tuvieron vida ..y ya no.

Larrosa es un lugar bellísimo como digo y, sobre todo, accesible para una niña como Ainhoa. Solo hace falta tomar ruta hacia Santa María de Iguácel y poco más de  1 km. antes de llegar a esa maravilla veremos una pista a mano derecha que nos indica el nuevo destino (está con barrera, no se puede acceder con coche).

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El camino tiene su pendiente en algun tramo pero como no es excesivamente largo y el "firme" es relativamente llano no se nota demasiado.

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Además tiene un aliciente que considero importante para animar a los críos a seguir ruta; cuando apenas has caminado 15 min. ya divisas a lo lejos las ruinas del pueblo. (A ver: los chavales tienen que saber a dónde van. Andar por andar es tontería, y eso ya les pica un poco).

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Al paso de Ainhoa apenas nos costó 45 minutos llegar al pueblo, un paseo. Eso sí, con todas las protestas del mundo mundial: "Inma cuanto falta", "Inma yo es que me canso", "Inma me duele el tobillo..la rodilla...." "Inma: ¡no puedo más!".. "Inma, ¿cuando nos comemos las patatas?"...ainss. Cada vez romancea más cuando la hacemos caminar.

La verdad es que lleva ya tiempo quejándose de la rodillas y/o los tobillos cuando vamos al cole por la mañana (lo hacemos a pie; está relativamente cerca de casa y hay que aprovechar) y de momento me siento incapaz de asegurar si lo hace por, digamos, vagancia o realmente le molestan. Supongo que será un poco ambas cosas: sus piernas son cortitas y sus rodillas muy laxas (poca "muleta" para el resto del cuerpo) pero no nos podemos rendir, necesita hacer ejercicio. 

Así que, romancín, romanceando llegamos enseguida a nuestro destino; Larrosa.

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Caminar por sus ruinas rodeados de silencio es especial. Además el otro día lucía un sol radiante y los colores de los arbustos y la hierba que van cubriendo los restos del pueblo eran espectaculares.

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Buena recompensa para su esfuerzo. Ainhoa volvió a casa satisfecha de su "hazaña" y nosotros ni os cuento.

Os invito en serio a conocer lo que queda de aquel pequeño pueblo de 12 casas, y para hacerlo mejor no dejéis de visitar el enlace que os dejo al pie para saber un poco lo que fue en su momento. No podemos devolver a estos lugares la vida que albergaron pero, al menos, permitamos que sigan teniendo un sitio en el recuerdo. Para ese socorro aún hay tiempo. 

"Las costumbres y tradiciones de Larrosa, su normas de administración y convivencia llegan a nosotros gracias a la prodigiosa memoria de don Pascual Calvo Ramón, quien además de haber nacido en el pueblo reúne la ventaja de haber trabajado en el mismo como Secretario, con lo que tuvo acceso a una información privilegiada que ahora comparte con nosotros". 

“La Garcipollera, Memoria de un valle. Pascual Calvo Ramón

Lugares accesibles; Paseo de los Melancólicos

Como ya he comentado aquí más de una vez, llevamos bastante tiempo sin hacer caminatas gordas por la montaña; Ainhoa, aunque se esfuerza ( aquí tenéis un ejemplo), aún no está preparada para hacer determinados recorridos y desde luego su padre se niega en redondo a cargar con ella. Que ya vale.

Aun así procuramos dar algunos paseos juntos para que se vaya acostumbrando y le coja gusto al senderismo (Igüer, El Juncarral, algún tramo del camino a Iguácel) pero hay que elegir bien el terreno; lo más llano posible (nada de pedruscos gordos ni raíces traidoras) y con poca pendiente.

Esta primavera descubrimos uno de esos paseos que uno llamaría “accesible” y que me parece más que recomendable para gente mayor, quienes quieren dar un paseete con niños o simplemente aquellos que no se quieren meter en mucho berenjenal; se trata de El paseo de los Melancólicos, en Canfranc-Estación.

El lugar es muy hermoso, no en vano se trata de un camino por el monte que discurre detrás de esa maravillosa estación de ferrocarril del pirineo.

Para acceder a él solo tenéis que salir de Canfranc en dirección a Francia por la N-330 y enseguida girar a la derecha por la ruta que lleva hacia el Coll de Ladrones. Unos metros después de cruzar un pequeño puente giramos a la derecha y veremos ya la tablilla de madera que nos indica el camino.

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El sendero avanza paralelo a las antiguas vías de la estación de Canfranc, es sombrío (luego ideal para esta época del año) y totalmente llano

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Durante el recorrido podemos admirar tanto la belleza de la vieja estación

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..como el triste deterioro de sus máquinas y andenes medio olvidados...

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También quedan por ahí restos de la boca de túnel que, supongo, cruzaba en tiempos el Somport para llevar al famoso "canfranero" en dirección a Francia.

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En el recorrido tampoco faltan alguna que otra fuente de agua fresquita...

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..y unos cuantos bancos de madera donde "recuperar el resuello" si hace falta así que no hay excusa que valga.

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Venga, que hay vida fuera de la playa.....

Pirineo

Breve paso por la montaña este fin de semana; viento, sol y una Collarada majestuosa, espléndida.

El sábado por la mañana pasamos por O’Xortical a por nuestra ración de buen queso de oveja (que vicio oigan). Me gusta ese lugar.

Ainhoa tenía mucho interés en ir; suponía que “Pipas” había tenido ya sus cachorritos y no podía esperar a conocerlos. Tuvo su recompensa:

Siempre que la ve, Santiago le pregunta con cariño: pero tú ¿de qué cuento has salido? y Ainhoa le contesta coquetuela que de Zaragoza y enfila decidida hacia arriba, donde sabe están los bichos..

El sábado se enfadó con nosotros porque quería quedarse allí a ayudarle con Pipas y los perricos, con las ovejas que le chupaban la mano, con las enormes ocas que la perseguían amenazadoras (menudos picos)…

Nos la llevamos a regañadientes con un huevo de pato para cenar (encima) y todas las maldiciones que uno pueda imaginar en la boca de una niña decepcionada (creo que jamás la he bajado de un tiovivo tan enfadada).

Ainhoa se siente bien en lugares así, como cuando nos damos los paseícos con nuestra querida Loreto para ver a Tristán y a Margarita

….adora a los animales, es feliz entre ellos, creo que es su sitio. También el de Daniel.

Mis hijos dicen a menudo que quieren vivir en la montaña y yo les comprendo, todo allí les sonríe. Tiempo para estar los cuatro juntos, tranquilidad, animales, nieve, sol, gente siempre encantadora con ellos….algún día entenderán que no todo es así. Que la vida allí es dura, que hay pocas oportunidades, que la gente de la montaña se siente olvidada (cuando no manoseada)... que todo es condenadamente difícil, mucho más de lo que vemos.

Llegará, y entonces espero que sepan distinguir y valorar todo eso. Apreciarlo, quererlo no hace falta: eso es evidente que está hecho.

De nuevo Iguácel...y un libro

El sábado volvimos a Santa María de Iguácel (he hablado varias veces de ese paseo: aquí y aquí pero no me resisto a nombrarlo de nuevo).

Una mañana soleada y ventosa perfecta para recorrer el precioso valle de La Garcipollera (espléndido tras este invierno de nieves) y llegar a la hermosa ermita de la Virgen de Iguácel

En estas fechas con regalo incluido: es posible visitar su interior. Durante los meses de julio y agosto la ermita permanece abierta de 9,00h a 19,00h. Os aseguro que merece la pena…es una auténtica belleza

Como ya os conté una vez, la talla de la virgen es una reproducción del original (que se encuentra, creo, en el Museo Diocesano de Huesca) pero no importa. Una se queda enamorada de esas pinturas, de la sencillez de los muros de piedra..de esa humildad hermosa que tiene el románico.

Por favor, si tenéis oportunidad no dejéis de visitarla. Es un verdadero regalo del tiempo.

 

 

****

 

Me quedan exactamente 12 páginas para terminar La Lluvia Amarilla, de Julio Llamazares, un libro que deseaba hace tiempo.

Ayer, subiendo Monrepós, leía:

“..de pronto, hacia las dos o las tres de la mañana, un viento suave se abrió paso por el río y la ventana y el tejado del molino se llenaron de repente de una lluvia compacta y amarilla. Eran las hojas muertas de los chopos, que caían, la lenta y mansa lluvia del otoño que de nuevo regresaba a las montañas para cubrir los campos de oro viejo y los caminos y los pueblos con una dulce y brutal melancolía.

A partir de aquella noche, el óxido fue ya mi única memoria y el único paisaje de mi vida. Durante cinco o seis semanas, las hojas de los chopos borraron los caminos y cegaron las presas y entraron en mi alma como en las habitaciones vacías de las casas.”

No puedo explicar el cúmulo de sentimientos que me ha provocado este libro; es increíble como se puede explicar con tanta belleza una historia inmensamente dura, dolorosa… llena de desesperanza.

 

Más paseos: La Canal Roya

A pesar de su ultimátum, este fin de semana mi santo se animó a cargar de nuevo a Ainhoa a su espalda y pudimos disfrutar de un hermosísimo paseo. Esta vez elegimos uno de los parajes más conocidos y hermosos del Valle del Aragón: La Canal Roya.

Saliendo de Canfranc-Estación en dirección a la estación de esquí de Candanchú llegamos a una curva (aprox. Km. 671 de la N-330) desde la que divisamos el barranco de Rioseta y que tiene un pequeño parking a la derecha. Allí dejamos el coche e iniciamos el paseo

Nada más subir el primer repecho (pequeño) nos encontramos con una curiosidad:

 

 

Se trata de la Chimenea del Anglasé, y es lo que queda de una antigua “fundería” de hierro y cobre que se remonta al siglo XVI.

Seguimos el camino envueltos en un bosque de pinos que nos aseguró una temperatura agradable para un día de julio

La caminata es suave, no hay mucha pendiente. No dejas de escuchar el estruendo del río Aragón y, en estas fechas, el mugido de las vacas que pastan en lo alto a lo lejos (para gozo de Ainhoa).

Pasados unos quince minutos nos encontramos con la Fuente del Cerezo..mmmm, agua fresquita

Buen trago de agua, “chipiamientos” diversos y en marcha de nuevo. Enseguida el valle se abre y seguimos la andada sin el cobijo de los pinos

Todo aquello está plagado de flores ahora…sobre todo de lirios y de una especie de “cardos azules” que ya habíamos visto en la cara francesa y son preciosos. Un espectáculo, en serio

  

De verdad, el paisaje es maravilloso y durante el tramo que puedes recorrer en una hora no hay demasiada pendiente.

Nosotros paramos transcurrido ese tiempo: maridín no podía ya con “la mochila” y encontramos un acceso al río tentador para reponer fuerzas

pero el recorrido sigue hasta los ibones del Anayet , o hasta Formigal incluso (estamos en el GR11). Realmente merece la pena, tengas el nivel que tengas. Me parece que hay un tramo para cada posibilidad y eso está fenomenal.

Nosotros...lo dicho, no damos para más con "el paquete" así que dimos media vuelta y regresamos la mar de contentos "hacia la bozalera" disfrutando de nuevo del hermosísimo paisaje.

Venga, paseo apto para todos. Animarse.

 

¿Que por qué me gusta?..

..pues juzgad vosotros mismos.

Estuve pensando poner música pero al final he dejado el mini-vídeo con el estruendo del agua: así estaba la Bal d’Igüer este sábado por la mañana. 

Un sueño.

'Que la cría ya está en casa...'

'Que la cría ya está en casa...'

.... me dice Lo en un correo lleno de fotos preciosas.

Pues eso:  Tristán y Margarita por fin están juntos.

Parece que la chica tiene genio, a ver, así que habrá que cruzar los dedos. De momento ayer hubo instrucciones claras para Tris: "si la ves nerviosa esta noche le cuentas un cuento".

¡Ah, que bueno!.

Una excursión: Cenarbe

Este domingo volvimos a “las andadas” y decidimos hacer una excursión que hace tiempo llevábamos en mente: llegar a Cenarbe, un pueblo perteneciente al término municipal de Villanúa que fue abandonado allá por 1966.

Para llegar allí tomamos desde Villanúa la carretera que lleva al cementerio del pueblo. Pasados unos metros del camposanto el camino, ya sin asfaltar, nos lleva hasta el viaducto del ferrocarril de Canfranc desde donde, por cierto, hay unas magníficas vistas

Pocos metros después encontramos una barrera donde dejamos el coche e iniciamos la marcha a pie por un camino forestal amplio y cómodo. La mañana estaba soleada y ventosa así que era ideal para un recorrido así.

No tardamos en encontrarnos con la ermita de San Juan,..

… único resto de Izuel, pueblo medieval que desapareció como tal en el siglo XIV pasando a ser una pardina (algo así como una granja al cuidado de una familia que la habitaba en arriendo, creo yo) que fue definitivamente desalojada en 1843.

La ermita está restaurada al menos en lo que se refiere al edificio, porque, eso sí, los dibujos del interior no tienen desperdicio….

 

 

Creo que la gente de la zona acude en romería a visitarla el último domingo de junio.

Seguimos camino por la pista (ideal para bici de montaña) con el convencimiento de que estábamos salvando mayor desnivel del que parecía a simple vista..

 

  

..rodeados de boj y pinos (supongo que esos pinos laricios con que se repobló la zona) y sin dejar de comprobar que este ha sido un invierno de nieves. Por cualquier esquina surgía una boca de agua fresca y ruidosa…

 

 

Como no estamos lo que se dice entrenados para la caminata, tardamos casi tres cuartos de hora en divisar la torre de la iglesia de Cenarbe y nos quedaba el mayor repecho..

 

..pero pronto tuvimos recompensa

He leído que Cenarbe, junto con otros pueblos de La Garcipollera, fue expropiado a mediados del siglo pasado con el objeto de repoblar con pino esa zona y evitar así que la erosión arrastrase tierra hacia el recién construido embalse de Yesa.

Daniel se quedó muy sorprendido por el aspecto del pueblo: él esperaba ver casas medio derruidas en las que “investigar” y sin embargo se encontró con que solo quedaba en pie la iglesia. De lo que fueron casas solo quedan piedras aquí y allá envueltas en zarzas

No hemos tardado en conocer el motivo: las casas fueron dinamitadas supuestamente para evitar problemas con el ganado del centro experimental que la DGA tiene en Bescós pero yo casi me inclino por creerme esa otra teoría que dice que se garantizaron así que sus antiguos moradores no regresaran al pueblo.

Queda pues en pie únicamente la iglesia (¿?): un templo románico del Siglo XII dedicada a San Pedro aunque, la verdad, tampoco está en buen estado..

 

 

A sus pies recuperamos el resuello: descansamos de la caminata y respiramos un poco ese aire triste que siempre exhala un lugar abandonado. No dejamos de imaginar como sería la vida allí, en un sitio tan duro y a la vez tan hermoso….

Tras esa pausa retomamos el camino de vuelta muy satisfechos pero, eso sí, mi santo lo ha dejado claro: el próximo paseo "en cuesta" Ainhoa tendrá que ir en carro. Lo de la niña en la mochila (son 15 Kg. de "MP4") para los que estén preparados.

Teniendo en cuenta que la mendas tampoco está lo que se dice en forma, tendré que hacerle caso y estudiar "bajo otro prisma" los próximos itinerarios. Ays..

Paseos con cambio de planes

Hace un par de semanas nos propusimos retomar nuestro afán andarín por los senderos del Pirineo. Este invierno ha sido duro y el verano pasado estuvimos algo vagos con el tema (mi santo no se veía con fuerzas de cargar con Ainhoa a la espalda) así que, en vista del soberbio desentreno, decidimos empezar por lo fácil: una visita a la Bal d’Igüer, uno de nuestros lugares favoritos.

No es frecuente tener acceso fácil a un lugar tan hermoso cuando se va con niños. Este barranco próximo a la localidad de Aisa es uno de esos sitios a los que se puede acudir sin problemas así que solemos ir con relativa frecuencia (amén de que en verano, para alborozo de Ainhoa y Daniel, suele estar lleno de vacas pastando por ahí a sus anchas; el aliciente definitivo.) Así que, aunque después de las fuertes nevadas yo no tenía muy claro que pudiésemos llegar hasta el final, hacia allí enfilamos el domingo por la mañana.

Salimos de Villanúa y enseguida nos desviamos a la derecha para pasar Aratores, después  Borau y luego  Aisa

 

Pasados unos 2 km. desde Aisa giramos hacia la derecha por una pista forestal asfaltada que tras unos 6 km. termina en una reja metálica en cuyos alrededores se dejan los coches para continuar a pie el acceso al barranco..... en condiciones normales, claro, porque esta vez no pudo ser.

Un par de kilómetros antes de llegar a esa reja nos encontramos con la sorpresa....

Segun nos comentaron unos caminantes que nos cruzamos, el alud se produjo a finales de enero pero ahora, ya avanzado el mes de marzo, continúa cortando el paso y no hay forma de seguir el camino si no llevas crampones o raquetas...

Reconozco que nunca había visto de cerca el resultado de un alud y ver aquellos pinos enormes tirados como acelgas me impresionó bastante. A partir de ahí, como digo, el camino era inaccesible para nosotros...

...así que, dispuestos a no perder la mañana, decidimos dar una vuelta por los alrededores y nos encontramos con la agradable sorpresa de una especie de área de recreo preciosa junto al río allí mismo. El sitio invita a paseo por los alrededores, bocata y remojete de pies (en verano claro; el otro día el agua estaba helada.. deliciosa).

  

Pues así resolvimos la mañana, y os aseguro que mereció la pena. Nos conformamos con ver de lejos el pico Lecherín y el Rigüelo dejando para otro día acercarnos por allí de nuevo.. 

Javier López Clemente me preguntó hace poco por qué me gustaba tanto la montaña y no recuerdo qué le contesté pero ahora solo se me ocurre decir que me hace feliz. No sé explicarlo.

La sensación de respirar una incipiente primavera junto a esas nieves que se resisten a desaparecer, el sol, el silencio roto por el rugido del agua bajando furiosa .... es algo mágico.

Una propuesta: Santa María de Iguácel

Una propuesta: Santa María de Iguácel

¿Os acordáis que hablé aquí hace un tiempo de Santa María de Iguácel? Aquel día os contaba nuestro paseo por La Garcipollera y el descubrimiento de esa preciosa ermita al final del camino.

Hemos recorrido ya varias veces ese valle, es una delicia, pero hasta este sábado no habíamos coincidido con la ermita abierta y no os podéis imaginar la alegría que nos llevamos al poder entrar.

No es para menos: ¡¡¡ES PRECIOSA!!!..disculpad la calidad de la foto pero no tenía trípode: mi pulso y mi cámara no dan para más fotografiando sin flash.

Creo que, gracias a la Asociación Sancho Ramírez de Jaca, permanecerá abierta durante el día hasta mediados de septiembre así que no perdáis oportunidad de visitarla. Es un paseo fácil (también se puede llegar a las inmediaciones en coche, la pista no está mal, pero merece la pena ir caminando) y la recompensa, os lo aseguro, es de las mejores.

Llevaos bocata: allí hay una fuente de agua fresquita y apetece un ágape a la sombra en un lugar tan hermoso.

Eso sí, la talla de la Virgen de Iguácel que está en el altar es una copia: el original lo podéis disfrutar en el Pabellón de Aragón de la Expo (me lo chivó "carritos" después del último blogellón y lo pude comprobar en mi visita).

Dejo también aquí la foto que le hice (con el consiguiente reflejo del flash en la urna de cristal que la protege... qué le vamos a hacer).

¡Animaos! 

Jánovas: la vuelta a casa

Jánovas: la vuelta a casa

Jánovas, al fin, va a volver a los suyos.

Me puedo hacer una idea de la emoción que esto ha supuesto para su gente sobre todo cuando leo a Inde esta mañana, pero mientras las "mentes pensantes" deciden (¿en justicia?) quien debe indemnizar a quien por tanto despropósito, me quedo con la alegría de este momento.

Y esta maravillosa foto del pueblo tras el río Ara, de Jose Antonio Melendo.

Enhorabuena.

Una pequeña escapada

Mi hermano es un redomado montañero, ya os lo conté aquí, y lo es sobre todo porque disfruta tanto de las grandes ascensiones tipo Vignemale o Balaitous como de hacer una escapada  pequeña por cualquier parte.

Comparte conmigo también el gusto por la fotografía y suele enviarme  correos con preciosas imágenes de los sitios por donde va.

El otro día me hizo llegar unas fotos de la subida a la Sierra de Leyre: una pequeña escapada que hizo cerca de casa para curar el "mono" de paliza montañera. Me apetecía dejarlas aquí, este blog llevaba demasiados días sin su dosis de montaña.

Uno ve esas imágenes y se reconcilia con casi todo.

Aquí se puede ver al fondo el controvertido pantano de Yesa...

 

Un paseo hacia Las Blancas

Llevábamos mucho tiempo sin hacer una caminata de las nuestras y este fin de semana nos resarcimos con un precioso paseo de tres horas (ida y vuelta) del que, aunque no salvamos un gran desnivel, aún estamos resentidos (mi marido más que yo: "Inma, creo que esto de Ainhoa en la mochila ya no puede ser. No puede ser, no. Habrá que inventarse algo...").

Esta vez subimos en coche el puerto de Borau y, una vez pasado Aratorés, dejamos a la izquierda la carretera que lleva a Borau pueblo y tomamos a pié una pista que en tiempos debía estar asfaltada y que ahora parece más un "pedregal" pero por la que pudimos caminar sin problemas. Comentamos lo apropiada que nos parecía para bicicletas de montaña y luego he comprobado que debe ser una ruta conocida por la gente que practica ese deporte.

No teníamos un destino claro; ni siquiera nos habíamos documentado como otras veces para ver el recorrido y, aunque cometimos la osadía de arrancar sin rumbo fijo, solo hizo falta abrir bien los ojos para recibir la recompensa.

La Collarada vista desde otra perspectiva

Castiello de Jaca y Peña Oroel al fondo...

 

y las curiosidades que la naturaleza va dejando a nuestro paso

Creo que la pista que tomamos debe terminar en Las Blancas pero nosotros solo llegamos hasta un refugio de pastores donde hicimos un pequeño descanso para tomar el camino de vuelta; no había que abusar del esfuerzo. Sé que las grandes cimas guardan auténticas maravillas pero uno ha de ser consciente de sus limitaciones (¡tantas!), y apreciar la belleza de lo que está en su mano....que no es poca.

Yo, de verdad, necesitaba ese paseo.

Necesitaba tomar aire en lo alto, escuchar ese silencio (hasta mis hijos, aunque solo a ratos, parecían respetar ese deseo) disparar una y otra vez la cámara para llenarme de colores

.... y de la sencillez de lo pequeño.

La cueva de las güixas

Muchas veces, de forma inconsciente, nos estancamos en rutinas absurdas cuando viajamos a determinados lugares.

Me refiero a cosas como no dejar un solo día de ir a la playa cuando veraneamos cerca del mar (salvo que caigan chuzos de punta) perdiendo así la oportunidad de conocer algún pueblo cercano o, en estas fechas, presuponer que el único motivo para acudir a la montaña es poder esquiar.

Claro, así pasa lo que pasa y se suceden inviernos, como el pasado, en los que la falta de nieve dejó los negocios del pirineo temblando.

Nosotros partimos de la base de que el mero hecho de estar en la montaña nos llena, nos da una vida especial, nos gusta tanto..... así que los fines de semana que podemos ir, si no hace buen tiempo, nos conformamos con pasar allí poco más de un día cada uno en lo suyo: Daniel correteando por la calle, Ainhoa jugando con sus otros juguetes o viendo animales, mi marido paseando cuando amanece y yo con mis libros y mis papelotes delante del ventanal mirando la Collarada.

Pero aún hay más cosas que merecen la pena, claro que sí. Solo hace falta molestarse en buscarlas, o reservar determinadas visitas a días complicados: cantidad de pueblos preciosos, algún que otro museo...

Estas Navidades por ejemplo, un día que amaneció lloviendo con avaricia nos decidimos a visitar por fin la Cueva de las Güixas, en Villanúa.

Es pequeña (creo que el recorrido no supera los 800 m.) pero muy bonita y la guía que nos acompañó encontró la forma de "picar" a Daniel para que siguiese atento sus explicaciones. Claro que hay un pequeño y evidente condicionante: no es posible visitarla con cochecito de niño ni silla de ruedas. El acceso a un lugar así para determinadas personas es muy complicado. Lo entiendo, pero es una pena.

Nosotros aprovechamos todavía que Ainhoa es menuda y hacemos este tipo de excursiones con la mochila (mientras mi marido aguante.....).

 

Volviendo a la cueva, nos contaron que estas grutas se formaron durante la última glaciación (la llamada época de Würm) y que en ellas se encontraron restos que evidencian que fueron en su momento "hogar" de los hombres del neolítico. También hablan de que durante la Guerra Civil sirvieron de refugio a combatientes pero ahora sus inquilinos son una colonia de murciélagos que deben hacer nido en una de sus naves (y que evidentemente, no están abiertas al público).

Sin embargo el encanto mayor de visitarlas, al margen de su belleza natural, es dejarse envolver en la leyenda que guardan. Se habla de que las brujas del valle celebraban allí sus akelarres y lo hacían bajo la llamada "chimenea", un enorme agujero en el primer tramo del recorrido que se abre al cielo y deja entrar la luz a la cueva. No cuesta imaginar un lugar así de noche, viendo la luna por ese enorme hueco, y a las brujillas maquinando....

Siguiendo el recorrido la cueva gana en altura y llegas a la zona más hermosa: la llaman "la catedral". En ella estalactitas y estalagmitas se han compinchado para dibujar lo más parecido a un órgano que la naturaleza pueda crear. Dejo aquí un par de fotos aunque no le hagan justicia porque realmente es precioso.

En fin, un lugar que merece la pena.

Un poco de naturaleza e historia juntos para recorrer, bien abrigados eso sí, y pasar un buen rato.

 

Llega la ¿nieve?

 

Ayer pudimos saludar a la tímida capa de nieve que, no se si de forma natural o forzada, comienza a cubrir una de las laderas de la estación.

La gente se arremolinaba en el pequeño paño blanco: unos intentando aprovechar un remonte gratuito que estaba funcionando y otros, como nosotros, soltando a kamikazes como mi hijo para que bajase con el trineo por donde pronto no le permitirán hacerlo.

Dos ideas me pasaron por la cabecilla de vuelta a casa:

  1. Evidentemente me estoy haciendo vieja y en el camino a esta categoría he ido dejando todo el valor que me caracterizaba de pequeña: casi me dejo los talones "a cachitos" frenando mi bajada con el trineo. Cobarde soy.
  2. Se notaba en la gente cierta inquietud por la temporada de esquí. Todos temen un invierno "seco" como el pasado y menean la cabeza expectantes "..mucho tiene que cambiar la cosa para poder esquiar este puente...". Todo un sector en vilo de nuevo. Y no puedo dejar de recordar un post que Jorge colgaba a principios de año al respecto. La nieve, la nieve...demasiada dependencia.

Es una lástima que una tierra tan hermosa vea limitado su desarrollo por los vaivenes del tiempo.

Escó, según Daniel

Escó, según Daniel

El jueves, mientras bordeábamos el pantano de Yesa, Daniel no dejó de hacernos preguntas acerca de los pueblos abandonados que veía por el camino.

Cuando llegamos a la altura de Escó vimos un grupo de personas que dejaban sus coches a un lado de la carretera y emprendían camino hacia el pueblo. Era el día de Todos los Santos y se nos ocurrió comentar que seguramente eran descendientes de antiguos habitantes que iban de visita al cementerio abandonado.

Pasado un rato mi hijo hizo algo insólito en él: cogió un cuaderno y se puso a escribir algo que quiso leerme enseguida. Su primera redacción espontánea.

No sé que me emocionó mas: si que saliera de él escribir algo (con lo que hay que batallar para que termine sus deberes diarios), que se hiciese tantas preguntas sobre un tema así o que fuese capaz de reducir a tres simples líneas comprensibles lo que le fuimos contando durante el camino.

(Transcribo literalmente su "croniquilla". Solo he corregido un poco la puntuación y, ¡ay, si!, alguna falta de ortografía.

La foto es del año pasado. Se trata de Escó, uno de los pueblos abandonados por la construcción del Pantano de Yesa.)

CAMINO A VILLANUA

Escós es un pueblo abandonado. Antes donde está el pantano de Yesa había campos, casas y cultivos. A la izquierda estaba Escós un pueblo que vivían pero un día pusieron una presa y inundó los cultivos y mucha gente se ahogó. (a ver, es un niño de 10 años, no olvidemos que a esa edad resulta imprescindible dar emoción a cualquier cosa). Los que vivían en Escós se fueron a otro lugar porque ya no había cultivos. Aún quedan restos de Escós y de  las casas que habían.

(Mi correctora de cabecera, Inde, me dice que el nombre correcto del pueblo es Escó. Lo corrijo ipso facto en mi crónica, mil excusas al respetable, pero lo dejo en la de Daniel. El lo escribió así.)

Blogs y Medio Ambiente

Me entero por mi Desalmada querida que el día 15 de octubre es el día de los blogs, y que este año está dedicado al Medio Ambiente.

Se me atascan los dedos con la cantidad de cosas que me vienen a la cabeza; ríos y montañas violados, aire irrespirable, lluvias sin control, vientos que arrasan, basura por todos los lados y lo que es aún peor.... tanta indiferencia.

Como muchos,  me cuestiono la herencia que estoy dejando y, caray, me tiembla todo.

Me viene a la cabeza una frase que colgaba de las papeleras en un lugar afamado cerca de la casa de mis padres.

La dejo aquí con una foto que hizo mi marido hace unos días en la montaña. Creo que esa imagen es un reflejo del amor de los ojos que la hicieron y del deseo, desde ellos, de que todo esto permanezca.

“No dejes que digan, y lo hagan para tu vergüenza, que todo aquí era hermoso hasta que tú llegaste”. 

Mi Big Brother; el montañero

Mi Big Brother; el  montañero

Este es el relato de mi "hermanico" subiendo el Balaitous este verano. Lo acabo de recibir. Enlace recomendable a montañeros, que alguno pasa por aquí de vez en cuando.

Y yo contando paseicos.....ah, la baba se me cae.

(Por cierto, es el grandote que está en el centro de la foto)

San Adrián de Sasabe

Como no solo de disgustillos vive el hombre, hoy me he propuesto contar aquí una bonita excursión montañera de las mías. 

Se trata de un paseo realmente sencillo, fácil de hacer con chicos y con un final precioso:la ermita románica de San Adrián de Sasabe.

Para llegar hasta ella tenemos dos opciones.

En cualquiera de ellas es imprescindible llegar a  la bonita Villa de Borau, y salir de ella en dirección a la localidad de Aísa.

Nada más abandonar el pueblo encontramos, a mano derecha, un cartel que indica el comienzo del camino.

De ahí parte un sendero para hacer a pie que llega hasta la ermita pero que ha quedado abandonado (como demostraban los altos matojos que nos acompañaron casi todo el camino) y que actualmente solo debe usar el ganado de una granja cercana. Nosotros fuimos por allí; resulta una caminatilla de unos 40 minutos sin grandes desniveles y fácil de hacer.

La otra opción es bastante más comodona y se puede hacer incluso con silla de niños (si, también con coche pero, de verdad, merece la pena darse el garbeo).

A un kilómetro de la salida de Borau, parte hacia la derecha una pista forestal asfaltada en dirección norte. En el cruce podemos ver este "aviso"

  

A un kilómetro de dicho cruce nos encontramos ya con la vista de la hermosa ermita

Por lo que he leído después, la iglesia de San Adrián de Sasabe (o Sasave, que lo encuentro escrito de ambas formas) debe ser lo que queda de un antiguo centro monástico del mismo nombre construido hacia finales del siglo XI.

Fue sede episcopal de Aragón y cuentan que el Santo Grial (ya sabéis, el cáliz de la última cena) permaneció allí antes de ser llevado a San Juan de la Peña y luego a Valencia.

Resulta curioso comprobar que el templo está "hundido" en una especie de barranco, por lo que evidentemente ha soportado más de una inundación...algún motivo tendrían para elegir ese emplazamiento

Desde luego el exterior parece restaurado (aquí una no sabe valorar la calidad de esos trabajos) y aunque supongo que habrá habido partes de su fachada que no haya sido posible recuperar el conjunto merece la pena

Precioso ¿verdad?, si. Se estaba de maravilla descansando un rato en sus alrededores; ....ya sabían los monjes, ya.

Nos hubiese gustado, como no, poder acceder al interior pero solo pudimos ojearlo furtivamente desde la puerta principal. Aún se ven restos de los trabajos que se deben seguir realizando para su restauración...

Ah, y aunque mi cámara no da para mucho, pude localizar la "firma" del abad Sancho de Larrosa...

Lo dicho: más que recomendable paseo..¿quien se anima?

Este finde...

 

Mercado Medieval en Villanúa.

Ainhoa ha conocido de cerca rapaces, ya sabe que hay pájaros distintos de nuestros periquitos y las palomas zaragozanas. La ví entusiasmada con sus aleteos, tuvimos que arrancarla de allí a la fuerza.

Contaba  Jorge el otro día las dificultades que, ya desde un invierno sin nieve, está pasando la gente dedicada al turismo en el Pirineo para salvar sus negocios. El pasado mes de julio y lo que va de agosto no debe estar resultando mejor.

Por lo visto en este país vacaciones de verano es, irremisiblemente, sinónimo de playa (no importa en qué condiciones) y llegadas estas fechas nos lanzamos en plancha al agosto de los mogollones, los socarramientos mañaneros y el tirante nocturno sin plantearnos probar otras formas de disfrutar. Una pena.

Este fin de semana había ambiente por la montaña, se estaba de maravilla. Seguro que unos se fueron de dura caminata, otros a pasear suave, o a visitar alguno de sus hermosos pueblos...nosotros de feria. ¡Hay tantas cosas que hacer y es todo tan bonito!

Nunca comprenderé esa obsesión por ir EXCLUSIVAMENE a la playa.