De nuevo Iguácel...y un libro
El sábado volvimos a Santa María de Iguácel (he hablado varias veces de ese paseo: aquí y aquí pero no me resisto a nombrarlo de nuevo).
Una mañana soleada y ventosa perfecta para recorrer el precioso valle de La Garcipollera (espléndido tras este invierno de nieves) y llegar a la hermosa ermita de la Virgen de Iguácel
En estas fechas con regalo incluido: es posible visitar su interior. Durante los meses de julio y agosto la ermita permanece abierta de 9,00h a 19,00h. Os aseguro que merece la pena…es una auténtica belleza
Como ya os conté una vez, la talla de la virgen es una reproducción del original (que se encuentra, creo, en el Museo Diocesano de Huesca) pero no importa. Una se queda enamorada de esas pinturas, de la sencillez de los muros de piedra..de esa humildad hermosa que tiene el románico. Por favor, si tenéis oportunidad no dejéis de visitarla. Es un verdadero regalo del tiempo.
****
Me quedan exactamente 12 páginas para terminar La Lluvia Amarilla, de Julio Llamazares, un libro que deseaba hace tiempo.
Ayer, subiendo Monrepós, leía:
“..de pronto, hacia las dos o las tres de la mañana, un viento suave se abrió paso por el río y la ventana y el tejado del molino se llenaron de repente de una lluvia compacta y amarilla. Eran las hojas muertas de los chopos, que caían, la lenta y mansa lluvia del otoño que de nuevo regresaba a las montañas para cubrir los campos de oro viejo y los caminos y los pueblos con una dulce y brutal melancolía.
A partir de aquella noche, el óxido fue ya mi única memoria y el único paisaje de mi vida. Durante cinco o seis semanas, las hojas de los chopos borraron los caminos y cegaron las presas y entraron en mi alma como en las habitaciones vacías de las casas.”
No puedo explicar el cúmulo de sentimientos que me ha provocado este libro; es increíble como se puede explicar con tanta belleza una historia inmensamente dura, dolorosa… llena de desesperanza.
8 comentarios
José Luis -
Yo leí La lluvia Amarilla en Ansó, por lo que rocé el éxtasis vital. Lo leí tras José, un hombre del Pirineo, de Severino Pallaruelo, y este me cautivó y entusiasmo absolutamente. Te lo recomiendo si tienes oportunidad. Lo malo es el precio, pues es de esos grandotes de Prames, con fotos enormes, y cuesta un huevo. Pero, reitero, es precioso. Igual que la mermelada de manzana de los frutos recogidos en Cenarbe, también te ofrezco el libro si quisieras leerlo u ojearlo.
También este invierno pasado tuve la suerte de ver la obra de Llamazares en el teatro, y me gustó. El actor principal tiene unos monólogos alucinantes.
Un abrazo.
Elena -
Mamen -
Empecé hace unos meses las rosas de piedra de Llamazares...lo retomaré este verano, pero no es como la lluvia, no.
Gracias por recomendar Santa María de Iguacel, otro pendiente. Ayssssssss!
Un abrazo y pásalo muy muy bien.
Rosa. -
Larga vida a esas pinturas, que son una maravilla y no quedan muchas así.
Besos.
Rosa.
laMima -
Mira, me hubiese gustado verlos, si señor.
ojal-a -
Besos.
a.
laMima -
Espero que tenga razón y mis cachorricos "crezcan" como deben en eso.
Gracias mil.
badil -
Cercana a la treintena, había viajado con su familia al Pirineo y estando su novio en el Festival, no se pudo despegar de la manada mas que para una comida.
Me pareció increíble como de una persona con , a priori, total capacidad autónoma se podía hacer un ser completamente dependiente.
Vamos, que si hubiera podido, la madre todavía la llevaba en la silla de bebé.
Me acordé de usted y sinceramente creo que su Ainhoa va a crecer mucho más que la otra.