Sueño
Recuerdo perfectamente la primera vez que soñé que moría mi padre.
Yo era aún pequeña, menos de siete años seguro porque mi hermano no estaba en aquella habitación conmigo, y fue una noche de octubre. Tengo ese dato muy claro porque, a pesar de no saber muy bien cuál era la causa de su muerte, mi recuerdo me coloca en el momento de despertarme envuelta en lágrimas, desesperada, y enseguida oir como él se levantaba para ir a cazar (la perdiz, allá para el día del Pilar).
Por aquel entonces yo dormía siempre con la puerta de mi habitación semiabierta, necesitaba ese hilo de aire para dormir tranquila. A mi madre siempre le ha gustado acostarse tarde y podía distinguir por aquella rendija el parpadeo de la luz del televisor del salón y el rumor lejano (cuidaba mucho de no molestar, siempre) de las voces del aparato. Era suficiente para saber que todo iba bien.
Cuando, aquella madrugada, mi padre se levantó (feliz supongo) y cruzó por un instante esa breve línea camino del baño tendió sin querer su mano para rescatarme del pozo más hondo; el de la angustia de una niña que pierde la referencia más querida. Creo que el alivio que sentí fue tan grande que aún estuve llorando, contenta ya, durante un buen rato.
Mi madre sigue acostándose tarde; lo sé aunque, desgraciadamente, el tiempo ha cumplido su función y ya no es ella quien tiene en su mano crear ese clima que me hacía sentir todo en su sitio. Ahora ese es mi trabajo.
Ando pues temerosa de ver mi reacción cuando se cierre la puerta, definitivamente, porque él hace tiempo que no se levanta. Ahora ya no puedo esperar que, para mi alivio, vuelva a cruzar ese breve espacio.
La vida sigue su curso, rio abajo.
8 comentarios
Elena -
patri -
Sueños... de eso sé yo un montón, ya lo sabes. Y esta semana han pasado todos mis fantasmas, casi todos a la hora de despertar, y he revivido a mis abuelos, me he encontrado con María embarazada de 7 meses, he estado en Gabón y he trabajado como una loca en lo que queda de mi trabajo. Esta semana espero DORMIR. Besos y todo el ánimo para tí y los tuyos.
Inde -
laMima -
Besos.
laMima -
Parece que Vidal aguanta también este envite; ayer lo dejé en el hospital sentado y balbuceando atropellado como siempre desde hace tiempo. Ese corazón de mi padre debe ser de acero.
(Cuanto me acuerdo de vos, tata, en esos momentos, tesoro de mano amiga).
Inde -
Ayer hizo seis años que murió mi madre. Pasé por la puerta del Clínico a las dos de la mañana, camino de Urgencias de Infantil (la Julia está con bronquitis), más o menos a la misma hora en la que, seis años antes, salíamos aturdidos de allí mi padre, mi hermano y yo, cuando ella acababa de fallecer. Todavía no he digerido esa historia, parte de aquel aturdimiento aún está ahí.
Yo estoy, como tú, en mitad del camino. Supongo que son mis pasos, o el ruido de este teclado ahora mismo, el que da tranquilidad a mis hijos si se remueven entre sueños. Quizás, tu madre mientras veía la tele, la mía mientras zarceaba por casa, tu padre yéndose a cazar temprano, el mío levantando la persiana del garaje y poniendo en marcha la moto, tenían entonces la misma sensación que nosotras ahora: el vértigo de estar perdiendo un mundo y, a la vez, la necesidad de labrar una nueva historia que sería la de sus hijos.
La vida sigue su curso sí: río abajo, río abajo, siempre con nuevas aguas que pasan por donde nosotros pasamos, que nosotros pasamos por donde otros pasaron antes...
Este post que has escrito es como si me hubieras dado la mano. Este comentario que ahora escribo te aprieta esa mano, con fuerza.
loreto -
Nadie sabemos como vamos a reaccionar ante muchas cosas de la vida,buenas o malas,a veces nos sorprendemos a nosotros mismos.
"La vida sigue su curso, rio abajo.Vaya frasecita para irme a la cama buffff
Nos vamos este jueves hasta lunes o martes,con los crios al siglo XII Maderolense,a ver si aun estais a la vuelta.
Besicos y no pienses tanto
Robespierre -
Te dejo aquí un poema que dediqué al mío.
NO SUPE
Yo conocí la mano que llenaba la mía.
Abracé al hombre alto
-era lo más alto, cuando todas
las cosas eran altas-
y entre vuelos me reí
del suelo y de las nubes.
Yo distinguía el ruido de sus pasos,
el golpe del llavín en la cerraja,
y cuando entraba la casa ya era casa,
las alcobas encogían de repente
la noche era redonda
y se cerraba, caracol, vientre, redil,
manada mansa, completa
y agrupada.
Yo conocí a mi padre siendo padre
pero no supe del hombre que encerraba.
Besos en el aire