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Paracuellos

Paracuellos

“Acabo de terminar Todo Paracuellos. Qué mierda de país hemos sido”.

He enviado este mensaje a Carmen Alonso mientras abandonaba la cafetería con el grueso tomo que agrupa la serie de historietas que Carlos Giménez escribió entre 1977 y 2003 y que ella misma me regaló este sábado tras pasar un buen rato husmeando en la librería cercana a mi casa decidida como estaba a introducirme en el mundo del cómic.

Confieso que no tenía ni idea de la existencia de este trabajo y me he quedado perpleja; como supongo que imaginaba al comprármelo, me ha cautivado por completo. “No me digas qué te parece hasta que lo hayas leído entero”, me dijo, y aquí estoy escribiendo sobre la bandeja a los pies de una cama de hospital, con el libro al lado, interrumpiendo este relato para repasar algunos episodios que me han llegado al alma.

Ayer por la tarde, cuando abrí la primera página, me encontré con un prólogo de Juan Marsé (fechado en diciembre de 2006) que me dio una pista clara de lo que iba a encontrar dentro. Transcribo algún párrafo que no pude evitar subrayar: “Hoy en día, que tanto énfasis y tanta bilis ponen los nostálgicos de la dictadura en su negativa a la recuperación de la memoria histórica, una memoria que fue sojuzgada, amordazada, expoliada, falseada y humillada a lo largo de casi cuarenta años, convendría recordar la labor de los que se adelantaron en el testimonio y la denuncia de esa interminable ignominia.”

……………………

“Los seis episodios que componen la magnífica serie son la memoria viva y herida de su autor; el retrato fiel y la crónica implacable de unos hechos oprobiosos, y estos niños que compartieron con él un largo infortunio de castigos, hambruna, frío y soledades, hace ya tiempo que han pasado a formar parte de una insobornable memoria popular que no admite componendas”.

 

La primera edición de Paracuellos se publicó en 1977 y con esta serie de tebeos, Carlos Giménez se propuso acercarnos a las historias de los niños que vivieron en los Hogares del Auxilio Social durante la posguerra española. Giménez es alguien muy apropiado para hablarnos de esa experiencia: él fue uno de esos chavales famélicos, de cabeza rapada y orejas de soplillo, desolados por el abandono y la crueldad con que eran tratados ( y que, en consecuencia, se convirtieron en crueles a su vez) que deambuló por varios de esos “hogares”. En su introducción confiesa que todas y cada una de las historias, de las anécdotas que cuenta, están basadas en hechos reales y pensar que todo lo que he leído es rigurosamente cierto me produce un escalofrío.

Imaginar que realmente alguien era capaz de castigar una y otra vez a un chaval (cojo a consecuencia de la “polio”) por llegar entre los tres últimos a la fila, a un padre viudo dejando a sus hijos en el “hogar” para formar otra familia y acudir a buscarlos únicamente para “la foto de familia numerosa”, tanta bofetada (los famosos bofetones "a dos manos" que tenían la "ventaja" de que el agredido no caía al suelo), tanto golpe, tanta injusticia…tanta hambre…..adultos infames convirtiendo a inocentes niños en fotocopias de sí mismos…. Vergonzoso, humillante, descorazonador.

Dice Giménez en su prólogo que lo que ocurría en estos lugares no era sino la extensión de las actitudes de la sociedad de aquella época. Los Hogares de Auxilio Social eran un fiel reflejo de la España de la posguerra franquista y no conviene olvidarlo, claro que no.

Aunque nos ponga los pelos de punta, dejémonos llevar por esas historias, tan duras y tan enternecedoras a la vez (si, hay momentos que es imposible no sonreír) Aprendamos de lo que fue para dejarlo por siempre en ese recuerdo, lejos de la realidad actual o futura.

No cometamos de nuevo tantos y tan crueles errores.

(No he podido visitar los enlaces que os dejo, y otros más que acabo de ver de refilón, porque he estado unos días "fuera de red" en el más amplio sentido de la palabra. La viñeta que dejo, tan significativa, la he cogido aquí, aunque se me ocurrían un montón de fragmentos del libro para abrir boca)

10 comentarios

laMima -

Y hablamos de la dictadura Argentina ¿eh Juan?, siempre mirando la paja en el ojo ajeno.
Hazte con Todo Paracuellos, te va a gustar. (Encontrarás allí más de una "Topete").

Juan -

No conocía el libro y desde este momento es una de mis prioridades. Hay historias terribles de los niños de los vencidos, los que fueron arrancados de los brazos de sus madres (probablemente después fusiladas), para ir a parar a casas "de bien y orden". Cuántos niños acabaron creciendo junto a los verdugos de sus padres sin saberlo. Estaba la famosa Topete, una terrible mujer de la Sección Femenina capaz de cometer las más inyectas torturas... físicas y sicológicas, probablemente las peores...

laMima -

Hay que leerlo, si. Seguramente conviene hacerlo desde una prudente "distancia" pero merece la pena.

39escalones -

Ostras, he de hacerme con él like water of may...
Besos.

Ybris -

No conocía ese libro pero sí la realidad que describe.
Y no tengo más palabras para comentar que las tuyas del principio:
"Qué mierda de país hemos sido."
Sólo lo añoran los que no lo conocieron.
O los que lo desean sólo para los demás.

Besos.

Elena -

¿todo bien?...espero que sí. Tuvo que ser muy duro aquel tiempo no tan lejano para esos niños, para todo el mundo.... duro.

badil -

Y ahora hay que aguantar sermones sobre el respeto, la libertad religiosa y de elección de educación para los hijos.
No te jode.

miguelgato -

Hace poco hablamos sobre este comic en el blog de Nianakoro, yo todo esto ya lo leí por los años 80 y aunque lo terminé hubo ratos de no poder leer por llorar. Hay concretamente (creo recordar) un pasaje en el que el hermano mayor va a visitar al pequeño que es demoledor.
Teniendo hijos como tengo ahora no creo ni que pudiese leerlo.

Santi -

Tuve la suerte de leer algunos capítulos (y otros libros de Giménez también, muy críticos) hace muchos años. Aunque tenía los suficientes para entender lo que estaba leyendo. En aquel momento me parecieron muy duros. Aún recuerdo trozos. Cuando un comic (o tebeo, casi histórico, por más señas) perdura en la memoria más de veinte años, más que muchos libros, más que muchas películas, ha conseguido su propósito, que no olvidemos la Historia.
Un beso, Inma. Y, dale un abrazo de mi parte al niño que todos los viernes esperaba a su padre.

Inde -

Le compré ese libro a Joaquín hace dos años. Yo no me lo pude terminar de leer.