'El niño con el pijama de rayas': peligrosa inocencia.
Este sábado terminé de leer El niño con el pijama de rayas, el archifamoso libro de John Boyne.
Está claro que el bombo mediático no tiene por qué estar directamente relacionado con el gusto de cada cual así que debo decir de antemano que me ha decepcionado un poco en su “forma” (lo cual no tiene nada de particular, solo es mi humilde opinión) pero no me ha ocurrido lo mismo con la historia en sí y su trasfondo: estoy convencida de que cerré sus tapas con la misma congoja y horror que la legión de adeptos a esta novela ha manifestado en múltiples foros.
Eso sí, me gustaría explicar de donde me ha venido esa sensación.
Al margen de que el argumento es en esencia sobrecogedor, como todo lo que tenga que ver con ese capítulo incomprensible de la historia, lo que me ha quedado en realidad es una idea que hace tiempo me martillea: ¿hasta qué punto hemos de preservar a los niños de las “malas noticias”?¿es bueno mantenerlos al margen de lo que ocurre por el simple hecho de ser desagradable? ¿somos conscientes de que a veces su propia integridad depende de tener determinada información?...
Vaya por delante una confesión: mi infancia fue feliz, casi absolutamente, y soy consciente de que parte de esa felicidad vino de la mano de una profunda ignorancia acerca de muchas de las cosas que ocurrían a mi alrededor. De las desagradables me refiero.
El cuidado de mi madre por evitarnos disgustos unido, supongo, a cierta inmadurez (o a la madurez que correspondía a mis años, que a veces nos empeñamos en adelantar acontecimientos) consiguió que la mendas viviese en lo más alto del guindo más gordo que podáis imaginar.
Yo, como le ha ocurrido a mucha gente, he ido bajando del arbolito a fuerza de golpes y me he preguntado a menudo si no se podía haber evitado (o acolchado en lo posible) el bofetón. Si realmente merecía la pena hacerme creer que todo el monte era orégano cuando la realidad tiene infinitas formas de torcerse en nuestra contra y conviene estar preparado, al menos para unas cuantas.
En el libro, la mayúscula ingenuidad del protagonista se convierte en su propia trampa (mucho más que las circunstancias) y no dejo de pensar en la cantidad de veces que se repite ese patrón.
Yo, como muchos, no sé si es buena idea apagar el televisor cuando se habla de niños desaparecidos, de las consecuencias de la drogadicción, del horror del maltrato. Supongo que es necesario hacerlo para poner en nuestra boca la información básica sin entrar en el comadreo mediático que suele acompañar a estos sucesos, pero desde luego nunca para obviarlo ¿o no?.
Tampoco sé si ocultar la enfermedad de un familiar cercano, o el dolor que produce la muerte (sin aspavientos insisto: con cuidado pero sin pasarlo por alto) protege de algo. No sé.
Seguro que en todo esto hay un equilibrio que hemos de encontrar: no machacar a los chavales con desgracias sino tener la valentía de hablarles a su nivel de algunas cosas duras que les rodean. Habría que saber si esa actitud les podría ayudar a enfrentarse con más armas a lo que sin duda les ha de venir. O al menos a evitar algunas cosas.
Lo cierto es que ahora tengo una disyuntiva: yo compré ese libro para mi hijo de 11 años (ese que dentro de siete meses, con todas las de la ley, acudirá a un instituto con chavales de 14, 15 y 16 años que le dan cien vueltas... o doscientas) porque, a pesar de no ser aficionado a la lectura, había oído hablar de él y le picaba la curiosidad.
El libro puede tener varias lecturas (lo que “ve” Bruno y la propia realidad de aquella barbarie) pero la conclusión es inequívoca: injusticia, barbarie, dolor....horror.
Todavía no ha tenido oportunidad de leerlo así que ..…¿se lo dejo?
(El dibujo es de Catia Chien)
22 comentarios
carlos -
Ybris -
Tengo la ventaja de haber leído todos los comentarios anteriores y me afianzo en lo que había pensado cuando te leí la entrada antes de que nadie comentara.
Mi opinión es nítida: si te lo ha pedido dejáselo. No se trata de que desde nuestro punto de vista de adultos el libro nos parezca bueno o malo ni se trata de hacer crítica objetiva (siempre he sido muy crítico con la crítica "objetiva" por aquello de tender a considerar a los críticos profesionales como personas que dicen "es, no es" donde los demás decimos "me gusta, no me gusta".
Sobrevaloramos nuestra capacidad de influir en los pequeños. En realidad ellos llevan su propia vida al margen de nuestras intenciones y sus influencias vienen más del entorno de sus compañeros que de sus padres (siempre hay excepciones).
Te lo dice quien ha pasado más de cuarenta años tratando de suscitar el interés por la lectura en los pequeños (y no tan pequeños) para ver la inutilidad de impresionarles con mi adicción a aquellas aventuras de Guillermo Brown, de Tarzán, de Verne o de Salgari ni con mis escapadas clandestinas a los libros de medicina de mi padre, al Quijote o a los más escondidos que encontraba en las segundas filas de los plúteos más altos.
La realidad me ha enseñado la honda decepción de ver lo difícil que es aceptar a los niños partiéndose de risa con las patochadas del detective de mascotas y durmiéndose con las pelis de "mensaje", o emocionándose con el "aserejé" mientras pasaban de Beethoven (que para ellos era un perro).
El hecho de que quieran leer algo es ya un tesoro que hay que mantener.
Aparte de la propia experiencia de mi infancia y adolescencia, con mis tres hijos he visto cómo al final su camino no era el que yo pensaba ni ninguna protección les protegió de lo que yo creía que había de protegerles: cerrado el mayor a cal y canto; la mediana deshaciéndose en lágrimas tristísimas, aun antes de saber hablar, ante la música del "Chiquitita" de Abba; el pequeño aterrorizado inexplicablemente antes de los dos años ante todos los anuncios en los que salía un ojo...
Siempre los padres tendremos, de una manera u otra, que ir detrás de lo que ellos quieran decirnos.
Quizás lo único importante sea que encuentren algo que les mueva a decirnos, o quizás a sus amigos, lo que les impresiona.
Daniel no entenderá lo que un mayor ante el problema del Holocausto, pero a lo mejor entiende por qué para unos hay uniforme carcelario donde para otros hay pijamas a rayas; no entenderá si está bien o mal escrito sino si le aburre o no; no sabrá si es bueno o malo sino sólo, acaso, si se lo han dado cuando lo ha pedido.
Que lo lea si quiere y lo deje si no. A veces surge la sorpresa donde menos se espera y desde luego las lecturas no son lavativas que se les meten a los niños por donde les quepa o donde no les quepa.
A veces el recurso de los padres es hacer las cosas tapando astutamente lo que hacemos solo por hacer que los pequeños se pregunten y nos pregunten qué es lo que ocultamos.
Perdona el rollo intempestivo ya.
Besos.
Loreto -
¿Que lo lea Daniel?lo compraste por su curiosidad tú lo conoces y sabes lo que le puede afectar,si decides que no lea explicale bien el porqué.
Superprotegerlos nunca,mejor que sepan lo que se van a encontrar ,lo que es el mundo real,conocer les ayudará a enfrentarse.
Besicos
chispis -
no me he leido el libro pero siento que ya he cubierto mi cupo de literatura sobre el holocausto....
sobre si pasarle el libro a daniel o no.... mira, mi consejo, ya que lo pides, es que lo decida el. cuentale de que va el libro y el vera si su sensibilidad o curiosidad se lo permite.
en mi caso, soy partidaria de suavizar las noticias todo lo posible. no digo ocultar o negar, sino de haceras digeribles y mas si hablamos con niños. a mi se me daban a palo seco y de hecho estoy segura de que me habria ido mucho mejor si hubiera sabido menos de ciertas desgracias.
si, prefiero vivir en la ignorancia, sobre todo si ciertas noticias son demasiado duras para ser digeridas y si yo no podre hacer nada por cambiarlas.
soy de las que no ve teledirarios ni leo la prensa, mas que los titulares y ciertas secciones. el resto, lo chungo, me lo salto. cobarde? seguramente. pero tambien me conozco. sufro mucho por mi empatia, demasiado desarrollada, creo.
espero haberte ayudado.
besotes, guapa.
chispis.
Entrenomadas -
Kisses,
M
Lamia -
badil -
koldo -
Elena -
laMima -
Está de moda "Peterpanizarse" hace tiempo, si. Mola más ser "irresponsable", "impetuoso"...exige menos esfuerzo supongo o vete a saber.
Yo me canso de ver a gente a mi alrededor intentando hacer con 40 tacos lo que no hizo con 18, es ridículo pero eso es lo que nos venden y lo que parece que compramos.
A eso iba yo, a que no es imprescindible ocultar algunas cosas a los chicos, hay que dejarles crecer.
Si supieras la discusión que tuve hace unos días con mamás de la clase de mi hija por decir que Dani iría solo al instituto....(que está cerca de casa oye)
Lo que pasa es que con tanta tontada empezamos a olvidar qué es lo que se debería vivir a cada edad...¿no?..¡ay, que berenjenal!
Harry Sonfór -
laMima -
No pienso que sea nocivo, en absoluto, es un libro sin más;dudo que pueda llegar más lejos. Además no me ha importado leerlo, como dice Mamen cuesta bien poco.
Hablo de algo muuuuucho más importante de lo que parece, al menos para mí.
Encontrar un límite a la ignorancia, o a la sobreprotección.
No existe norma, me temo. Como siempre es cuestión de aplicar el sentido común y observar hasta donde puedes llegar....
Inde -
Te dejo el enlace a ese artículo, a ver qué piensas. Y mi recomendación, iría más por lo que te dice Patri: puestos a tocar el tema, a mí también me gustó mucho, en su día, "Un saco de canicas".
Sobre lo de protegerlos, me tienes en la misma situación, un no saber qué hacer; aunque, de momento, los protejo total, que son muy pequeñicos los míos aún.
http://www.elpais.com/articulo/paginas/barba/Junior/elpepusoceps/20070805elpepspag_13/Tes
Vesania.- -
dicho lo cual poco puedo añadir sin meter la pata hasta el fondo supongo :-))
Me aventuraré a decirte lo que he leído entre tus líneas. Lo considera fuerte una mujer adulta que ya no está en ningún guindo.
Y además dudas.
Yo le explicaría que lo has leído (genial haberlo hecho antes de dárselo a él, a ver si copian los padres y madres ;-)), y que te parece fuerte, que lo puede leer si quiere, y que le puedes explicar, o comentar con él mientras tanto o después si quiere. A posteriori puedes dulcificar y apaciguar la congoja que seguro que le produce, explicando que no todo el mundo es tan horrible, y que además no deja de ser una novela en las que todo se magnifica un poco.
Que poco partidaria soy de prohibir, eh? ;-))
Un besazo.
patri -
En mi cole, en quinto de E.G.B., nos recomendaron leer Un saco de canicas de Joseph Joffo, una historia infantil en una guerra mundial con una familia judia protagonista te suena? Aún lo recuerdo y me gustó muchísimo.
Como Harry Sónfor también leí a Poe y Lovecraft (yo con 13 años) y no dejé escapar ni uno solo de los clásicos de Dumas, Walter Scott, Julio Verne lástima que al Dani (como al mío) les vaya tan poco la lectura, pero creo que aún hay esperenza y encontrarán el texto que les remueva el bicho (como tú dices). Besotes
Rosa. -
El libro no me impactó tampoco, la verdad, me abrió las puertas a otro tipo de literatura que no era mi alegre fantasía, pero resultaba interesante por otros motivos.
No sé... hasta donde sé, creo que se lo podrías dejar sin problemas, pero tú que conoces el libro, y sobre todo, a Daniel, puedes saberlo mejor que nadie.
Muchos besos.
Rosa.
Mamen -
Recuerdo el libro y copio unas líneas que escribí sobre el mismo:
"Se lee rápido, poco más de 200 páginas, y se ve venir toda la trama nada mas empezar. Lo salva un poco, su final.
Bruno, el niño de nueve años protagonista, me resulta demasiado fuera de la realidad. Los niños de nueve años son bastantes más intuitivos y espabilados, como para no darse cuenta de todo el horror que les rodea"
Puedes dejárselo, no pasa nada, ya ves lo que pensé, pero así, tú y Daniel tenéis algo más en común de lo que hablar...esa complicidad vale más que el contenido del libro ¿no?
Un abrazo
laMima -
No se preocupe, yo me leí el libro por curiosidad, que ya me vale con tragarme las pelis de chicos en el cine (no queda otro remedio) pero a cada uno sus libros, quite, quite.
Curiosidad, puritita curiosidad fue lo del libro y esto me ha quedado fíjese.
Tomo nota de sus recomendaciones pero creo que de momento me daré con un canto en los dientes si consigo que se lea (LEA) los "rojos" de la colección de El barco de vapor que le van mandando en clase. Un sinvivir.
Escalones: mira lo que dice Sonfór..como si fueras tu mismito jomío.
Elena, Isabel, es que yo siempre me he cuestinado las bondades de la "madre culeca" aunque aquí os pueda dar otra impresión.
Supongo que cada una copia sus modelos...
Harry Sonfór -
Elena -
39escalones -
Besos.
Isabel -
Quizá la ignorancia de Bruno respecto a lo que pasaba, le hizo vivir feliz durante el tiempo que respetó los límites, pero cuando los saltó, se terminó todo. Y sin saberlo.
A mi hijo también le oculto muchas cosas, o se las endulzo, pero tampoco sé, como tú, si es lo mejor o no.
Mi opinión sería decirte que no se lo dejes a Daniel aún, yo estuve un tiempo madurando el final, y tengo muchos mas años que él.
Te quedan 7 meses para ver si se lo lees o no... Para un niño es mucho tiempo, y a ti te da tiempo a pensarlo.
Aunque como te digo, es sólo mi opinión. Quizá sean los pensamientos escritos de una madre "camufladora"...
Muchos besos!