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La cita de Turín (II)

La cita de Turín (II)

Las jornadas en Collegno se articularon entorno a una realidad: los padres de niños discapacitados o en riesgo de exclusión por el motivo que sea (inmigración, adopción o acogida, entornos violentos o con problemáticas asociadas a la drogadicción) acabamos siempre integrados en asociaciones con otros padres en nuestra misma circunstancia.

¿Qué nos mueve a ello?, es obvio; compartimos todo, sabemos de lo que hablamos  y, en cierto modo, somos conscientes de que hay actuaciones y  espacios donde las administraciones no llegan que nos es imprescindible cubrir. Vamos, que es muy simple: nos necesitamos porque en realidad somos los padres los primeros en darnos cuenta de la importancia de conocer la experiencia de otros padres para empezar un camino que, lamentablemente, comienza cuesta arriba.

Como ya os comenté, estos días en Turín coincidimos varias asociaciones de países y ámbitos diversos dispuestas a intercambiar información sobre nuestras actuaciones dentro de las peculiaridades que cada uno vive dependiendo de su propia cultura, legislación, educación y rol social.

Conocimos el trabajo del Gruppi Volotari per L’Affidamento e L’Adozione que se ocupa del asesorar y apoyar a las familias que toman la decisión de adoptar o acoger a menores (e incluso a las familias de origen).

Su actuación se dirige tanto a conseguir una verdadera integración de esos niños en una sociedad que a menudo los excluye por pertenecer a otra cultura (o, en ocasiones, por el simple hecho de no vivir con sus padres biológicos .. que todavía se dan estas cosas ayss..) como a dotarles de los servicios sociales y asistenciales que necesitan para llevar a buen fin esa acogida.

Especialmente emotivo fue el vídeo que nos mostró un grupo de voluntarios que trabaja con gente con Síndrome de Down: “Itinerario emotivo, creativo y didáctico para la integración de las personas con discapacidad”, realmente bellísimo. El teatro al servicio de los sentimientos y la inclusión: toda una oportunidad de expresión y, si, magia.

Ver a estos chavales “trabajados” no solo cognitiva sino físicamente fue una delicia; reconciliarse con muchas cosas.

Chicos y chicas vestidos de forma apropiada a su edad (ya sabéis la manía que hubo un tiempo de llevarlos “disfrazados” de niños aunque tuviesen 40 años) y compartiendo sus habilidades con personas aparentemente sin limitaciones. Una muestra de lo mucho que unos podemos aprender de otros,  algo que seguramente unos padres interesados ya sabían pero que no conoce quien vive de lejos esta discapacidad y debería hacerlo.

La delegación francesa (CEAS) nos habló de la extensión de comportamientos racistas, violentos y excluyentes en el ámbito de la escuela y de cómo es posible “educar” a los padres para que puedan ayudar a sus hijos a enfrentar esas actitudes. La griega se preocupaba de la problemática de las drogodependencias.

En ambos casos, quedó constancia de la importancia de lograr lugares de ocio comunes donde desligar de una vez por todas lo diferente de lo negativo, donde constatar que somos capaces de hacer muchas cosas juntos.

También, y esto es algo que he deducido de lo que allí viví, fue evidente la necesidad de tener puntos de reunión donde los padres reflexionemos en serio acerca de las actitudes de nuestros hijos: y digo NUESTROS hijos, no hablo de un ente abstracto.

Me refiero a lo que MI hijo/a puede sufrir o hacer sufrir a sus compañeros, a alguna permisividad a menudo fuera de lugar (¿de verdad una niña de 9 años ha de asistir, sin sus padres “por supuesto”, a un concierto de los Jonas Brothers porque van sus compañeras de clase?) y a sus consecuencias en los demás, a muchas limitaciones que nos vienen impuestas y son difíciles de superar.

Se hace necesario buscar la complicidad de otros padres: enfrentarnos juntos a la realidad de las actitudes y necesidades de nuestros hijos y al efecto que todo eso produce en el ámbito de las relaciones que tienen con los demás (y aquí ser diferente es demasiado importante). Os recuerdo lo que allí se dijo: "La tolerancia, el respeto y la integración no son innatos”.

Durante estos grupos de trabajo que se organizaron los moderadores, profesores de la Universidad de Turín que siguen la metodología de la llamada Pedagogía dei Genitori, recogieron nuestros diálogos. Provocaron emociones. Nos observaron.

En cierto modo nos enfrentaron a nuestra propia experiencia para verla de cara y aprender/enseñar de ella.

Seguro que de todo ello resulta algo que merece la pena tener en cuenta.

4 comentarios

Elena -

¿Donde estaba grabando las TV de todos los países para sacarlo a la hora punta en las televisiones públicas como algo muy interesante de los que muchos podemos aprender?....en fin. Entiendo esas emociones, a mí me siguen ocurriendo cuando veo a personas con minusvalía dando el DO DE PECHO por demostrar que ellos también saben hacer y transmitir igual que cualquiera. ... un beso.

mamen -

"La tolerancia, el respeto y la integración no son innatos”.
Dios mio qué cosa mas obvia, y sin embargo parece que vamos a contrapelo: estos Valores se tienen o no...
Gracias otra vez por compartir con nosotros las jornadas de Turín y tus reflexiones.
Un abrazo.

Ybris -

Pues claro que ni la tolerancia ni el respeto ni la integración son innatos. Desgraciadamente lo innato tienen que ver más con el egoísmo que con el altruísmo.
De ahí la importancia de agruparse para intercambiar experiencias.

Sin duda resultaron fructíferas esas jornadas.

Besos.

Rosa. -

Leyéndote me da alegría ver que hay gente capaz de luchar por algo como lucháis vosotros, que se preocupa por mejorar un poquito este mundo, que puede ser tan perro a veces... a ver cuando llega el día en que los que tienen la sartén por el mango dejan de pelearse entre sí y de mirar sus propios ombligos y se fijan un poco en vosotros.
Muchos besos.
Rosa.