Otro momento: splash
Fue una suerte poder subir los 23 pisos sola entre la gente.
Mientras ascendía, la gota iba recogiendo su estallido y mostrando la magnífica imagen de su caída; llevaba tiempo esperando ese momento.
La pendiente era suave y resultaba tentador admirar las vistas que se ofrecían entre las vigas de los ventanales. Era como si uno se encontrase en otro lugar: la ciudad desde lo alto siempre se transforma y te hace sentir como una hormiga ignorante que se ha estado perdiendo parte de la belleza del mundo.
Conforme iba subiendo sentía como aumentaba el pálpito y resultaba trabajoso controlar los accesos de pánico o de dolor o lo que sea eso que le estaba oprimiendo la boca del estómago desde hacía un tiempo.
Al llegar arriba la decepción del espacio cerrado y la alegría de sus ojos recibiéndome impacientes:
.. ¡Ya era hora, cuanto has tardado! ¿quieres tomar algo?
Si, claro que sí: gracias por esperarme.
Que alivio respirar de nuevo el aire de vuestra presencia: ya casi lo había olvidado.
5 comentarios
Fernando -
patri -
Ybris -
Pero sobre todo cuando al final hay unos ojos impacientes y sonrientes que nos esperaban.
Besos.
Antonio -
Alpaca -
besico