GUIA DE ESTILO SOBRE DISCAPACIDAD
Hace ya un tiempo, de vuelta del trabajo, escuché en el programa de radio que Miguel Mena tiene por las tardes en la SER una entrevista a Jose Luis Fernández Iglesias conductor de una sección dedicada a la discapacidad dentro del programa HOY POR HOY de esa cadena.
No recuerdo muy bien de que hablaban en aquel momento pero sí que en esa conversación se hizo mención a un libro que el periodista había publicado en noviembre de 2006 editado por el Real Patronato sobre Discapacidad: GUIA DE ESTILO SOBRE DISCAPACIDAD PARA PROFESIONALES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN (enlazo aquí la versión PDF de la guía, a disposición de quien quiera ojearla. Merece la pena).
Hace poco recordé esa conversación y me animé a enviar un correo a Miguel Mena para consultarle como conseguirla. Muy amablemente (gracias desde aquí) me hizo llegar una dirección con la que ponerme en contacto y enseguida la tuve en mi poder.
Ha sido muy interesante leerla.
Iñaki Gabilondo dice en su prólogo: "Nunca supe muy bien cómo puede determinarse la discapacidad. La incapacidad en sí. Es una carencia. Lo que no se tiene no se tiene. Pero la discapacidad es una limitación física o psíquica. Y no conozco a nadie que no la tenga en un grado o en otro."
Cierto; que curioso entonces que sea necesario llamar la atención sobre la forma que empleamos a veces para referirnos a los demás sobre todo cuando esa "limitación" es más evidente.
Creo que ya he hablado alguna vez aquí acerca el poder de las palabras y de la posibilidad de conseguir modificar las connotaciones que muchas de ellas tienen en nuestra cultura. En mi caso, claro, es muy evidente: la palabra "enano" está envuelta de un millón de celofanes oscuros y ofensivos (bufón, grotesco, deforme..) que el tiempo aún no ha conseguido quitar.
Me parece pues muy interesante que alguien se haya tomado la molestia de dar un toque de atención a los profesionales para que, desde su posición, no favorezcan el mantenimiento de clichés y expresiones claramente vejatorias hacia determinados colectivos sobre todo cuando ese trabajo, esa reflexión, viene además desde la perspectiva de una persona discapacitada.
Jose Luis Fernández Iglesias analiza la evolución del lenguaje que se ha ido utilizando durante años para referirse a las personas con discapacidad (he recordado allí expresiones ya olvidadas y me he dicho: "¿ves como se puede cambiar?") para pasar a relacionar muchas de las palabras que se usan con su significado real y dar una serie de alternativas mas positivas.
También facilita información en cifras acerca del número de gente con alguna discapacidad o limitación que pueda causarla (lo que ayuda a ponderar adecuadamente la incidencia real del problema, desconocida para la gran mayoría de "normales") y finalmente incluye un pequeño diccionario de términos relacionados que nos recuerda el verdadero significado de algunas palabras.
No se muy bien si este tipo de guías de estilo son utilizadas realmente, pero creo que no está de mas como herramienta: estoy segura de que en la mayor parte de los casos no existe una voluntad de ofender con el lenguaje pero la fuerza de la costumbre, y cierta dejadez, tienen demasiada fuerza y merece la pena hacer un esfuerzo por cambiar.
Bienvenido pues este estupendo trabajo.
7 comentarios
Paula -
un abrazo, chiquilla
espero que estés muy bien
y otro a tus niños
M.M -
La sensación ante una palabra inapropiada puede ser parecida digamos, nunca igual, a la sensación que tienes cuando haces un exámen o una prueba y te ponen NO APTO, entonces te da algo y dices ¿que yo no soy apto? que me lo digan a la cara, que pongan un 0 ó un 3, pero que no insulten.
Trabajo con enfermos mentales (que no locos), cuando no están ellos me gusta llamarles locos, y locura a la enfermedad mental. Sin embargo tengo una compañera muy purista que se enfada y no entiende el cariño con el que empleo esa palabra y lo mucho que los quiero poniendo cada día en ellos todo lo que está en mi corazón; yo no le digo a ella nada de sus didácticas castradoras de autoestima, p. e.
Es una muestra, un ejemplo tonto con el que expreso mis sensaciones: lo que tiene que cambiar es al actitud discriminadora, el sentimiento vergonzante, la desinformación, la ignorancia... Qué más da como se les llame inválidos, minusválidos, discpacitados...es peor no ser válido, ser menos válido o no tener capacidad.
La carga no está en las palabras o al memoria que arrastran, ¿qué más da como se les llame si la sociedad mira para otro lado, los margina o los hace invisibles?.
Todo lo que se haga no está de más, eso ante todo. Tal vez los conceptos se renueven con las palabras y estén estrechamente unidos, seguro que es así. Pero no sé si el cambio se debe más a un cambio social (lento pero seguro) que a un cambio de términos malsonantes por eufemismos (curiosamente les llaman así). Está bien cambiar las palabras, pero por otras que tengan significado auténtico y pleno en una realidad.
Besos.
Entrenómadas -
Es ABSULTAMENTE NECESARIO cambiar el lenguaje. El daño que hace una palabra puede ser tremendo. Son como balas y no entiendo a las personas que se niegan a evolucionar.
Confío en las nuevas generaciones.
Yo, ayer me aleje de dos conocidos por ser tan cerrados y desconsiderados y un montón de cosas más.
Al menos espero que piensen un poco en ello.
Besos,
inde -
Mar -
Está muy bien la guía! La he leído un poco por encima y creo que es interesante. Aprovecharé para re-enviar el enlace a unos cuantos periodistas para que la tengan en cuenta. Besos! Mar
Luisa -
Besos.
39escalones -
Lo mejor sería no establecer diferencias.