La Arboleda Perdida
Uno de los pasatiempos favoritos de Ainhoa es vaciar el mueble librero que tenemos en la entrada de casa (lógico; allí está todo a su altura).
En él guardo mis primeros libros; en su mayoría ediciones de bolsillo baratas que, en aquel tiempo, siempre forraba con plástico para darles un poco más de consistencia.
De una de sus últimas estampidas se me quedó en las manos LA ARBOLEDA PERDIDA de Rafael Alberti.
En este libro el poeta cuenta su vida desde su infancia andaluza hasta los comienzos de la Guerra Civil. Cuando lo compré escribí en una de sus primeras páginas: "Lekeitio, Reyes 81"...cuanto tiempo, pensé, y lo ojeé un rato.
Siguiendo una costumbre que aún mantengo había párrafos subrayados con lápiz y algunas páginas marcadas con hojas secas...me detuve en una de ellas, cerca del final del libro.
Allí, ya entonces, me quedé encandilada con este poema que Alberti escribió cuando conoció a la que fue su compañera durante tantos años, Maria Teresa León.
(Hace un tiempo Inde nos regaló un párrafo hermosísimo de las memorias de esta mujer en su blog...aún tengo pendiente conseguir ese libro).
Releo el poema, una y otra vez. Se titula "Retornos de amor recién aparecido", y dice así
Cuando tú apareciste,
penaba yo en la entraña más profunda
de una cueva sin aire y sin salida.
Braceaba en lo oscuro, agonizando,
oyendo un estertor que aleteaba
como el latir de un ave imperceptible.
Sobre mí derramaste tus cabellos
y ascendí al sol y vi que eran la aurora
cubriendo un alto mar de primavera.
Fue como si llegara al más hermoso
puerto del mediodía. Se anegaban
en ti los más lúcidos paisajes:
claros, agudos montes coronados
de nieve rosa, fuentes escondidas
en el rizado umbroso de los bosques.
Yo aprendí a descansar sobre tus hombros
y a descender por ríos y laderas,
a entrelazarme en las tendidas ramas
y a hacer del sueño mi más dulce muerte.
Arcos me abriste y mis floridos años,
recién subidos a la luz, yacieron
bajo el amor de tu apretada sombra,
sacando el corazón al viento libre
y ajustándolo al verde son del tuyo.
Ya iba a dormir, ya a despertar sabiendo
que no penaba en una cueva oscura,
braceando sin aire y sin salida.
Porque habías al fin aparecido.
Dice Alberti: "..en él se rememora, después de más de veinte años, el estado de cueva en que vivía y la luz principal que echando sus cabellos en mis manos me hizo subir al sol y sentir que en el mundo la primavera no había muerto."
Veintitantos años más tarde me sigue pareciendo tremendamente hermoso.
8 comentarios
Freddy -
Saludos.
chispis -
patus -
Hace tiempo que no siento algo así...buahhhh
patri -
Luisa -
Como dice Inde, qué buena lectura para quiénes comienzan la vida.
Respecto a la arboleda que hemos adoptado sentimentalmente con Fernando, no está perdida, es como un cachito de sueño y nostalgia.
inde -
Paula -
(madre cómo estoyyyyyy)
Un besico fuerte, guapa
snif snif
Fernando -