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LaMima

La máquina de coser

La máquina de coser

Siempre recuerda que cuando era pequeña y la sorprendía leyendo romanceaba malhumorada la misma cantinela: "podías pasar el rato con algo mas productivo, hija. Podías hacer punto, o coser....."

Claro, ella no alcanzaba a comprender el interés que tenía sumergirse en aquellos libracos  así que este fue tema de discusión infinita entre las dos durante mucho tiempo.

Por aquel entonces era un clásico mofarse de las faltas de ortografía en las notas que dejaba de cuando en cuando sobre la mesa de la cocina. Un día que su madre se atrevió a preguntarle muy seria como sabía  que butano era con "b" y no con "v" le contestó muy ufana:

.. Porque sí ama, porque leo y sé como se escriben bien las palabras.

Probablemente hizo la observación con ese puntito de soberbia que a veces tienen los hijos "instruidos" hacia sus padres así que la mujer, un poco avergonzada,  se calló; debía tener razón en eso. 

Cuando nació la princesa su marido entendió enseguida el alcance real del diagnóstico (ella tardó algo más en convencerse de que aquello no era una pesadilla de la que, por narices, iba a despertar) y lo propuso pocos días después de llegar a casa:

.. Habrá que comprar una máquina de coser

.. ¿?

..  Tendremos que arreglarle la ropa ¿no?

.. Si, claro. Pero yo no sé coser, y menos a  máquina...

.. Bueno... pues  ya lo haré yo.  

Así que compraron la máquina de coser, por supuesto.

Desde entonces él se encarga de hacer los arreglos, y se le da bien.

Le acorta los pantalones y las mangas de las camisetas; así no parece que ha tomado prestada la ropa de su hermano mayor y luce siempre preciosa.

Seguramente su madre sonríe por dentro cuando se da cuenta de lo que pasa.

Seguramente ha reprimido más de una vez las ganas de decirle: "¿ves como yo también tenía razón?"....

Al menos, afortunadamente, ya no hace falta que le corrija las notas que deja por casa.

(La imagen corresponde a un cuadro del pintor valenciano Jose Tapia Soliva, muy interesado, según leo, en dejar constancia con su trabajo de la importancia de los recuerdos. La he conseguido aquí.)

10 comentarios

chispis -

mi madre tiene una máquina como la de la foto. supongo que he heredado de ella el gusto por la costura, que lo ha cosido todo. gracias por esta bonita historia.

patri -

Mi madre es modista, de las primorosas, cosió desde los 14 años y no quiso que aprendiéramos porque lo consideraba "esclavo". Su máquina de coser la ha salvado del aburrimiento por todo el golfo de guinea y ha sido modista de las bodas y bautizos más dispares... a mi me ha salvado en muchas ocasiones ajustando los pantalones a mis dificultades. Yo plancho los dobles con cinta de pegar. Me gusta tu historia. Un beso

Elisa -

Ummm no sé coser. Siempre me he empecinado en que eso no era para mí. Y anda que ahora no lo hecho en falta!! Me da penita ver arrinconada aquella máquina "Singer" de mi abuela..
Un saludo desde el balcón!

luigis -

Pues yo de coserme los botones no paso...
La verdad que es fácil comprobar como lo cotidiano puede faltar.
Ahora mi suegra, y sus maravillosas manos, se encargan de los bajos y demás cuestiones textiles.
Tareas sencillas desarrolladas con amor y dedicación por nuestros ángeles de la guarda.
Besos

Marta -

Soy hija de sastre. De un magnifico sastre. Un trabajo tan esclavo como doloroso. Quizá por eso mi padre nunca quiso que aprendiera a coser más que lo justo. Y se lo agradezco mucho, le agradezco muchas cosas.
Mi hermano sí que aprendió, pero yo no. Moderno que era Martín, mi padre. Muy moderno para la época.
Hoy me has dejado nostálgica. A ver cómo me recupero.
kisses

39escalones -

Una historia preciosa. La importancia de los recuerdos...
Un abrazo

ENCARNA -

Que historia mas bonita¡¡¡¡¡

Ya me la sabia, pero escrita y escuchando en mi pensamiento la voz que la cuenta me ha entrado nostalgia.
Yo, que soy hija de modista y tuve la oportunidad de aprender nunca me gusto, pero ahora me gustaria, lo veo desde un punto de vista practico.
Muchos besos con achuchon.

santiNoB -

aprendí a coser de forma autodidacta, y mi madre era costurera. Pero me parecía mal molestarle cuando trabajaba. Por eso, ahora, sólo sé coser con aguja e hilo.

Luisa -

Yo tampoco sé. No tengo paciencia y no me gusta. En esto mi madre no me insistió, porque a ella tampoco le gusta, aunque lo ha hecho muchas veces, claro, y tenía una máquina de coser muy chula, que usaba más mi tía, la manitas de la costura, que ella. A Daniel hay que arreglarle sobre todo la cintura de todos los pantalones. Siempre nos miramos y decimos, ¿quién lo hará cuando no esté la tía?
Besos, con un poco de melancolía.

M.M -

Recuerdo que mi madre decía: tienes que ser una mujer moderna y antigua, por eso me enseñó a coser, a bordar...En el sur, la siesta del verano era reclusión, costura, labores, lectura.
Recuerdos agridulces con los que doy la razón a mi madre un poco. Había un tiempo para todo. O el saber no ocupa lugar...
Besos pespunteados.
PD: Yo tengo una de esas.