Sé que este silencio de café no es más que el preludio,
nuestra amistad renace en cada esquina del recuerdo.
No tenemos más dolor que echar encima del otro.
Tú eres la mujer que pude amar, que de alguna manera amé,
en tanto la noche nos recibía con sus manos de seda
y éramos el centro de un universo olvidado por todos.
Ahora, de nuevo, como siempre,
casi nadie tiene en la mano su destino,
el nuestro es un juego de azar que conocemos bien:
siempre que nos la jugamos lo perdemos todo
y el día que tenemos las mejores bazas
nos derrumba una mirada en la partida.
Pero tú y yo seguimos siendo los únicos
que saben cuanto se apuesta en este envite,
en este silencioso y solitario café de mediodía.
4 comentarios
Leodegundia -
Un abrazo para ambos.
Silvia -
lamima -
Fernando -