LaMima |
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Su padre me la ha traído a la cama temprano; yo aún andaba envuelta en los vapores del sueño pero me ha encantado recibirla. Enseguida me ha llegado ese olor tan rico a sudor templado de bebé: aun a oscuras era capaz de ver sus rizos húmedos y alborotados después de una noche tranquila y reparadora. Le ardían las mejillas, imagino que aún sonrosadas, y conservaba el resto del cuerpo también calentito. Al principio se ha revuelto nerviosa, no quería que la tapase ni que le pusiera la mano en la tripilla. He dejado que tomase el ritmo de mi respiración, pausada, y pronto ella me acompañaba. En la oscuridad de la habitación he sentido como acercaba a mi rostro su mano regordetilla, templada y enseguida ha comenzado a darme pequeños cachetes muy suavemente en la mejilla. He querido compensarla por sus caricias susurrándole aquella coplilla de la mariposa blanca, pero casi no me ha dejado. Ella quería explicarme el sonido que hace el perrito, y la vaca, y el gato...claro, he tenido que contentarla. No ha sido mucho rato, el suficiente. Evidentemente allí ella era una niña como otra cualquiera (lo que es, vaya), regalando la mas inmensa ternura a una madre emocionada. Vale la pena vivir por despertar así una sola mañana. Comentarios » Ir a formulario Fecha: 16/12/2006 10:49. Fecha: 16/12/2006 10:57. Autor: ana@alonso revelles.com Fecha: 16/12/2006 13:15. Fecha: 16/12/2006 19:45. Fecha: 17/12/2006 21:08. Fecha: 17/12/2006 23:48. Fecha: 27/01/2007 22:26. |
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